Dios convive con la humanidad para salvarla
Muchos de las personas que nos rodean se consideran ateos, por negar la existencia de Dios, o agnósticos, por dudar de ella. Hay también quienes piensan que “Sí, Dios existe, pero se le ve poco o no se le siente”. Nuestros antepasados y muchas de las personas que nos rodean, en esta cultura asiática, donde nos ha tocad en suerte vivir, creían o creen que Dios esta en las fuerzas de la naturaleza. Sin embargo, hoy preferimos decir que Dios está entre nosotros, con nosotros y no lejos de nosotros. Pero siendo esto cierto, nos podemos preguntar:
- ¿le sentimos cercano?
- ¿por qué y para qué lo está?
También hay mucha gente que tiene la imagen de un Dios a quien temer, porque nos impone normas y exigencias muy severas y como un policía nos vigila y controla, cuando la realidad es que Dios convive con la humanidad para salvarla, y por tanto ese convivir es un gesto de amor.
La historia de la Salvación es la historia de la presencia salvadora de Dios con su pueblo y con la humanidad. El profeta Isaías había anunciado que el enviado, prometido por Dios, llevaría por nombre Emmanuel, que significa “Dios con-nosotros” (Is 7,14). El evangelista Mateo lo identifica como tal, el Emmanuel (Mt 1,22) y el prólogo del Evangelio de Juan señala así la presencia de Dios en la tierra: “El Verbo se hizo hombre y acampó entre nosotros” (Jn1,14). Jesús mismo nos dice: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca” (Mc 1,14) y nos señala así una especial presencia de Dios en nuestra vida.
Desde la creación, el deseo de Dios, llevado por el amor, es convivir con la humanidad como Él mismo lo expresa: “Mi alegría era estar con los hombres” (Prov 8,31). La fe de Israel sentía la ayuda de Dios como Salvador en acontecimientos liberadores. Dios con su poder y fuerza salvadora se presenta y relaciona con el pueblo de un modo personal. Dios es Alguien que dialoga y convive con los hombres. A esta convivencia los israelitas la llamaron Alianza.
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