4. Dios nos llama a vivir en amistad con Él
Dios creó al hombre para vivir una relación de amistad con Él, con el propósito de acompañarlo siempre en sus tareas y hazañas (Josué 1,9).
Ciertamente el ser humano busca a Dios, pero es más bien Dios quien le llama primero. Por eso, aunque tratemos de escondernos de su presencia, aunque busquemos "otros dioses", Dios nos llama incansablemente a un encuentro permanente con Él.
La presencia de Dios en nuestras vidas nos hace descubrir y sentir que pertenecemos a Él. Que, como hijos, fuimos creados en unión con Él para participar de su felicidad: "Como la rama no puede producir fruto por sí misma sino permanece en la planta, así tampoco pueden ustedes producir frutos si no permanecen en mí." (Juan 15.4).
Pero, ¿cómo se manifiesta la presencia de Dios entre nosotros?
- En las maravillas de la naturaleza que nos rodea.
- En los acontecimientos que suceden o en los llamados "signos de los tiempos", la conciencia ecológica, la cual, desde la óptica cristiana, es un compromiso con la creación. Protejamos toda vida
- En las personas que nos rodean, especialmente en aquellas que se ocupan de hacer el bien y de anunciar el amor de Dios
- La misma vida de cada uno de nosotros es signo de la presencia de Dios, Él nos dio la vida, la energía, la inteligencia y el deseo de amar y de hacer el bien.
5. La dignidad de los hijos de Dios
Una persona puede alcanzar niveles muy altos de popularidad, con excelencia profesional y éxito en sus negocios. Si su capacidad se lo permite, puede obtener los títulos y menciones de honor que se proponga.
Sin embargo, nuestra grandeza y dignidad no está solamante en eso, sino, fundamentalmente, en que el Hijo de Dios se hizo hombre y nos participa de su vida; nos hizo hijos adoptivos del Padre y nos hizo hermanos. Nuestra gran dignidad es ser hijos de Dios. Es el designio más importante que Dios nos ha comunicado, y lo ha hecho a través de Jesucristo.
Hay padres de familia que desheredan a sus hijos cuando éstos se portan mal. Dios no quiere hacer eso con nosotros. En cambio, nos llama constantemente para que vivamos conforme a nuestra vocación. Como hijos suyos, somos los herederos de la felicidad sin fin con que Él quiere premiar a toda persona que viene a este mundo.
¿Cómo es posible que conociendo lo generoso que Dios ha sido con nosotros hay en el mundo tanta gente que degrada, de múltiples formas, su dignidad de ser humano y de hijo de Dios?
6. Dios nos llama a "forjar" personas dignas.
Al transmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra creadora de Dios. Pero no se trata solamente de engendrar hijos, sino de sentirse comprometido con Dios para hacer de ellos hombres y mujeres libres, buenos ciudadanos y buenos hijos de Dios. Esta obra es tan difícil y delicada, que dios quiere que la compartan el padre y la madre
Y al finalizar cada día, cuando damos gracias a Dios por nuestra vida agradezcámosle también por la presencia de cada persona en el mundo.
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