DIOS NOS LLAMA A COMPARTIR SU DIGNIDAD (I)

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1. Nuestras aspiraciones

Toda persona desea ser respetada. Eso supone que todos seamos respetados por los demás y que vivamos con dignidad. En la propia realización como persona, unos aspiran, ante todo, a tener una profesión, un buen trabajo; a tener vivienda, salud y si se puede mucho dinero también… Otros ponen el énfasis en la vivencia de los valores humanos como la honradez, la lealtad, la ética, la vida familia. Otros cifran sus ideales en servir a los demás, en favorecer la construcción de un mundo mejor. ¿En qué se fundamenta esta dignidad como personas que todos de alguna manera buscamos?

2.      2.  Creados con la dignidad de personas.

La dignidad de la persona humana es una consecuencia directa del hecho de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, porque todos tenemos la misma naturaleza y el mismo origen. Es evidente que no todos somos iguales en lo que toda a la capacidad física y a las cualidades intelectuales y morales. Sin embargo, toda discriminación en los derechos fundamentales de la persona ya sea social o cultural, por motivo de género, raza color, condición social, lengua o religión, es contraria al plan divino (Concilio Vaticano II)

Ante Dios tenemos una dignidad especial, que nos hace iguales y que nos hace hermanos entre todos. Ante Él la vida humana es sagrada, ya que en cada persona hay un destello de su gloria. Cuando, en la práctica, la persona humana no es respetada en su dignidad, sino que se la toma en cuenta por su situación económica, social o de otra índole, se destruye el sentido de la vida social y se pone en peligro la convivencia práctica.

El ser humano tiene una dignidad personal que le permite ser alguien, ser capaz de conocerse, de poseerse, de darse libremente y entrar en comunión con los otros. Sin embargo, el ser humano no tiene dignidad solamente ante Dios, sino, también, ante sí mismo. La autoestima y el amor a sí mismo, aprender a valorarse por lo que se es y no por lo que se tiene y cuidar de la salud igual que de la fama y la honra, son un derecho y un deber como personas. ¡Dios quiere compartir con nosotros su vida misma!

3.    3. ¿Qué quiere Dios de nosotros?

Dios quiere que seamos verdaderamente personas, que nos realicemos plenamente, que seamos felices y luchemos por parecernos a Él. Nuestra primera gran vocación es ser santos. Así lo expresa el apóstol Pablo cuando escribe a los cristianos de Éfeso: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo… Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante Él pro el amor” (Efesios 1,3-4).

Pero aquí surge una nueva pregunta: ¿qué significa ser santos? Cuya respuesta podemos resumir en los siguientes puntos:

  • ·        Vivir en amistad con Dios, participando de su vida divina
  • ·        Cumplir la voluntad de Dios, observando sus mandamientos.
  • ·        Cumplir con nuestros deberes y ser sujetos de los derechos individuales como personas
  • ·        Vivir unidos a los demás y a toda la creación.

Pero si queremos una respuesta más completa podemos consultar la exhortación apostólica Gaudete et exsultate (alegraos y regocijaos) que el Papa Francisco nos presento el 19 de marzo del 2018, don de nos explica sencilla y detalladamente lo que es la verdadera santidad de los cristianos.


 "Alegraos y regosijaos"

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