3. Los creó hombre y mujer
El libro del génesis nos narra, con un lenguaje poético y un estilo popular el origen del hombre y de la mujer. Nos presenta unas verdades profundas: hizo al hombre y a la mujer para que se complementen en su ser y en su vida. De Dios quien ha querido que se amen y formen "una sola carne", un sol ser (Gn 2,24) abriendo su amor al admirable don de la vida. En el plan de Dios no existe superioridad ni dominio del uno sobre el otro. Los ha hecho de la misma carne y del mismo hueso (Gn 2,23). El amor entre el hombre y la mujer es una chispa del amor de Dios y su dignidad se debe a que han sido creados "a imagen y semejanza de Dios".
Dios ha creado al hombre y a la mujer para integrar una comunión de personas, en la que cada uno puede ser "ayuda" para el otro porque son a la vez iguales en cuanto personas y complementarios en cuanto a ser masculino y femenino. Por eso, se necesitan mutuamente. En el matrimonio, Dios los une para que lleguen a construir una íntima comunidad de vida y de amor conyugal.
Por el matrimonio están facultados, no sólo para transmitir la vida, sino también para ayudarse a crecer como personas. Hombre y mujer tienen distintas formas de comunicarse, pero con el fin de complementarse, nuca de destruirse por la competitividad. A través de la historia de la humanidad, podemos descubrir esta complementariedad del hombre y de la mujer en diferentes tareas. Sin embargo, no siempre se ha entendido que, si bien diferentes, el hombre y la mujer tienen una misma naturaleza y dignidad, que deben respetarse recíprocamente y que también la sociedad debe reconocer y respetar esta complementariedad.
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