Reflexión al Evangelio 9 de Agosto de 2020

19° Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A
Reflexión a cargo de Monseñor Mario Yamanouchi,
Obispo de la Diócesis de Saitama
“Ponte de pie ante el Señor” (1 Reyes 19.11). 

“¡Ánimo! Soy yo, no teman”(Mt 14.17)


Introducción

Como vengo haciendo con las homilías de los últimos domingos, hoy también voy a dedicar más tiempo a la primera lectura. Hoy, quisiera centrarme en la figura del profeta Elías, en su tiempo y en su misión, para que su mensaje nos ilumine este tiempo del corona virus que nos toca vivir a nivel mundial. Terminaré, subrayando el mensaje relacionado con el pasaje del evangelio de hoy que, narra a Jesús, caminando sobre las aguas en busca de sus discípulos sacudidos por las fuertes olas del lago de Galilea.

Mi peregrinación al monte de Horeb

 Como preparación de mi ordenación episcopal que, fue el 24 de septiebre de 2018, pude participar en los ejercicios espirituales realizados en Tierra Santo por los salesianos de Don Bosco del Japón en el mes de agosto de ese año.

 En el mismo día que arrivamos al aeropuerto de Ben Gurión de la ciudad de  Tel-Aviv (Israel),  después de visitar el puerto de Cesarea del mar, subimos  al monte de Horeb y contemplando desde su cima, la hermosa llanura de Esdrelón, meditamos sobre la actuación del profeta Elías sobre ese monte. Recuerdo que delante de la Iglesia del monte había un árbol con la misma  clase de algarrobas que comió el hijo pródigo (Lc 15.14-17). Luego, para celebrar la misa, bajamos del monte y visitamos el monasterio de Stella Maris, donde se dice que se encuentra una de las posibles cuevas llamada “la Cueva de Elías”(1 Reyes19.9).  Veamos, entonces, ahora la misión que tocó realizar el profeta Elías en su momento histórico de Israel que le tocó vivir. Muchas de sus actitudes y sus actuaciones nos pueden ayudar a vivir el presente, desde la fe en el Dios de la historia, con que nos toca afrontar a nosotros hoy.

Misión de Elías : su contexto histórico (Ciclo de Elías)

 El ministerio profético de Elías comienza en la época del reinado de Ajab (hijo de Omrí), quien gobernó el Reino de Israel entre 874 a.C. y 853 a.C.​

 Los autores de los Libros de Reyes citan como fuente de sus relatos otro libro hoy perdido, más conocido como "el libro de las crónicas de los Reyes de Israel" (1Reyes 22.39). Posiblemente de tal fuente u otra referida al profeta surge la narración sobre el enfrentamiento entre Elías y el rey Ajab, "quien hizo el mal a los ojos del Dios Yahveh, más que todos los que le habían precedido" y "tomó por mujer a una cananea, Jezabel, hija de Itobaal, rey de Sidón y se fue tras Baal y Asera, le sirvió y se prosternó ante él"(1 Reyes 16.30-31). Se describe que el rey Ajab instauró una nueva religión importada por su esposa Jezabel, lo que provocó la ejecución de la mayoría de los profetas locales de la religión tradicional. Y Dios envía a la región una sequía que provoca una gran hambruna.

Primera misión: la sequía y el juicio de Dios en el Carmelo  (1 Reyes cap. 17-19)

 Elías aparece, sorpresivamente en el relato, anunciando al rey Ajab de una sequía provocada por Dios. Luego, se esconde en un oasis cercano al Jordán donde es alimentado por cuervos; después, por mandato de Dios, va a Sarepta, un poblado cercano, a la casa de una viuda, en donde el profeta multiplica la comida y resucita a su hijo (es la primera vez que la Biblia menciona la resurrección) . Elías se enfrenta a Jezabel, que anteriormente había mandado que mataran a los profetas de Dios.

 En 1 Reyes capítulo 18 se relata en enfrentamiento de Elías con los 450 profetas de Baal, comensales de Jezabel. Elías les propone un reto que, consistía en prender la leña donde se había sacrificado un buey, y el dios que invocando lograra prender el fuego sería el verdadero. Baal no logró encender el sacrificio de sus seguidores, en tanto el Dios de Elías envió fuego del cielo que, quemó el altar que preparó Elías hasta convertirlo en cenizas, aún a pesar de que éste había sido mojado en abundante agua.​ Acto seguido, la audiencia siguió las instrucciones de Elías de asesinar a los 450 seguidores de Baal. Dios, entonces decide enviar la lluvia después de la fuerte sequía.

Segunda misión: continúa hasta que es arrebatado al cielo (2 Reyes 2)

 La enemistad de Ajab y Jezabel con Elías no se limitaba al culto o a la religión, sino que se proyectaba en el despojo de sus súbditos. El episodio de la viña de Nabot (1Reyes cap.21) se representa la repetida historia de la expropiación de tierras a los campesinos por los gobernantes y grandes propietarios; también otros profetas hacen referencia a estas situaciones, especialmente Miques (Miq 2.2). Elías expresa un castigo divino que envía la muerte a Jezabel y su descendencia con Ajab. Derrotado y muerto, éste en combate con las tropas del rey de Aram, a pesar de los buenos augurios de los profetas a favor de Jezabel, su hijo Ocozías, con los mismos ideales de sus padres según el relato bíblico, tuvo un reino muy corto y una muerte prematura sin descendencia.

Según 2 Reyes 2.1-13 tras la muerte de Ocozías (852 a. C.), Dios traspasa el oficio de profeta a Eliseo, cuando un carruaje de fuego con caballos de fuego apartó a los dos y Elías subió al cielo en un torbellino.(2 Reyes 2.11)

Personalidad de Elías

 Elías era humano sujeto a pasiones similares a las nuestras : tras su victoria, huye por temor a la venganza de Jezabel y se adentra en el desierto, deseándose la muerte. Sin embargo, después de que el Ángel de Dios le da de comer y beber se sintió reconfortado, y anduvo hasta el monte Horeb, donde se esconde en una cueva.

En medio de una depresión, el profeta Elías ora a Dios y demuestra un exceso de celo en su misión. Dios se le manifiesta y le apoya presentándose como una voz apacible y suave tras vientos, temblores y un fuego, y le da nuevas misiones, y acaba señalando a Eliseo como su sucesor (1 Re cap. 19: Elías, en el monte Horeb).

Mensaje de la “no violencia”

 En esa época había gran confusión y la fidelidad a Dios, y a sus leyes estaba en entredicho porque el rey había introducido cultos a dioses extranjeros (1R 16.31-32). Los nuevos dioses legitimaban la violencia, la intolerancia y la expropiación como medios para garantizar el poder. Elías levanta su voz en contra de estos atropellos y ve en la sequía que azota al país, las consecuencias del castigo divino. Elías, entonces, en medio de persecuciones y amenazas comienza una campaña de purificación de la religión israelita. Sin embargo, sus iniciativas producen el efecto contrario y se agudiza la opresión, la violencia y la persecución.

 Cansado y desanimado, Elías se dirige al Horeb donde descubre que Dios no se manifiesta en los elementos amenazantes –en la tormenta imponente o en el fuego abrazador–, sino en la brisa fresca y suave que le acaricia el rostro y lo invita a tomar otro camino para hacer realidad la voluntad del Señor.

 Después de la «masacre» del monte Carmelo por parte de Elías (1Re 18.20-40), sin abandonar la denuncia de las injusticias (1Re 21.1-29) y aberraciones (2Re 1.1-18), opta por animar a un grupo de discípulos para que continúen su misión (2Re 2.1-12). Elías descubrió  así que por la vía de la violencia no se consigue nada, ni siquiera, aunque sea a favor de causas justas. La fuerza de la espada puede imponer una ideología, pero no puede garantizar la paz, el respeto y la justicia.

Ante la pandemia, Jesús nos dice hoy: “¡Ánimo! Soy yo, no teman”(Mt 14.17)

 El evangelio nos muestra otra tentación en la que pueden caer los seguidores de Jesús, cuando no están seguros de los fundamentos de su propia fe. La escena de la «tormenta calmada» nos evoca la imagen de una comunidad cristiana, representada por la barca, que se adentra en medio de la noche en un mar tormentoso. La barca no está en peligro de hundirse, pero los tripulantes se abandonan a los sentimientos de pánico. Tal estado de ánimo los lleva a ver a Jesús que se acerca en medio de la tormenta, como un fantasma salido de la imaginación. Es tan grande el desconcierto que no atinan a reconocer en él, al maestro que los ha orientado en el camino a Jerusalén. La voz de Jesús calma los temores, pero Pedro, llevado por la temeridad, se lanza a experimentar el milagro. Pedro duda y se hunde, porque no cree que Jesús se pueda imponer a los «vientos contrarios», a las fuerzas adversas que se oponen a la misión de la comunidad.

 Hoy, nuestras comunidades están expuestas a la permanente acción de vientos contrarios que amenazan con destruirlas; sin embargo, el peligro mayor no está fuera, sino dentro de la comunidad. Las decisiones tomadas por miedo o pánico ante las fuerzas adversas nos pueden llevar a ver amenazadores fantasmas en los que deberíamos reconocer la presencia victoriosa de Jesús resucitado. Únicamente la serenidad de una fe, puesta completamente en el Señor resucitado, nos permite colocar nuestro pie desnudo sobre el mar impetuoso. El evangelio nos invita a enfrentar todas aquellas realidades que amenazan la barca animados por una fe segura y exigente que nos empuja como suave brisa hacia la orilla del Reino.

Recemos:

- Por la Iglesia, para que en medio de esta pandemia provocada por el coronavirus que sigue expandiéndose por todos los pueblos del mundo, encontremos las fuerzas para vivir con esperanza, sostenidas por las palabras del Señor que siempre está con nosotros.

- Por todos los que trabajan por lograr un mundo más humano y más fraterno, especialmente los médicos, los enfermeros y los servidores de la salud para que nunca se desanimen ante tantas dificultades, y recemos para que los médicos encuentren, lo más pronto posible, la vacuna que pueda controlar el coronavirus.

Oremos.

Oh Dios, Fuerza Viva y Creadora, que nos atraes y nos llenas con tu presencia. Haznos sentir tu presencia en la profundidad de todo lo que existe, en la naturaleza pero también en la historia,  en el pasado como en el futuro, en nuestra religión como en las de todos los pueblos. Nosotros que te hemos sentido especialmente cerca en Jesús de Nazaret, y en el mismo Espíritu que hoy se nos va manifestando a través de los acontecimientos. Amén


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Padre Ángel Yamanouchi SDB

Presencia de Dios en la vida cotidiana.   Cuento:

Uno de los discípulos de un sabio:

“Practiqué mucho el dominio sobre la materia,

y ahora puedo caminar sobre las aguas.

Soy Feliz. ¿Qué valor tiene eso?

Sabio: “Vete a preguntar el precio del pasaje al barquero que está a la orilla del río”

Al preguntar, vio que no era muy caro, que no valía mucho.

Estar despiertos, entrar en el camino de la transformación,

vivir en la presencia de Dios

no es ponerse a buscar lo fantástico o lo extraordinario

sino aprender a hacer de manera grande las cosas pequeñas.


Madre Teresa:

Lo que yo hago no es más que una gota de agua

en el océano del sufrimiento que hay en el mundo;

pero es con la multitud de gotas de agua

como podemos transformar el océano.


Rabindranath Tagore

Dormía y soñaba que la vida era alegría,

desperté y vi que la vida era servicio,

serví y vi que el servicio era alegría. 


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