29 DE NOVIEMBRE: PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

   TIEMPO DE LA ESPERA

 

El Adviento que empezamos este domingo es el “tiempo de la espera” activa de la venida de Jesús, que nace en el Belén de nuestros corazones. Tiempo de esperanza recuperada, frente al derrotismo de hoy día en medio de una sociedad envuelta en una pandemia, globalista y consumidora, metida también en guerras y terrorismo. Por lo tanto es un tiempo también de conversión del corazón.

  Las lecturas de la Biblia para este domingo, nos hablan de la última venida de Jesús en gloria para juzgar al mundo, a toda la humanidad. Entre la primera venida de Jesús al nacer en la Navidad, venida en carne y pobreza, y esta última venida en gloria, está la segunda venida de cada vez: la venida en gracia para renovarnos. 

  En la primera lectura tomada del profeta Isaías se expresa ese deseo y espera de la venida del Señor: ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Preparémonos pues, tal como nos lo recuerda San Pablo en la segunda lectura de hoy, tomada de su carta a los Corintios: “vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. El os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de que acusaros en el tribunal de Jesucristo Señor Nuestro”.

 ¿Cómo prepararnos para esa última venida del Señor?

Primero. Pasar del adormimiento a una conciencia más lúcida y clara. Examinarnos todas las noches antes de dormir: ¿Cómo he vivido hoy el amor a Dios y al prójimo? 

Segundo. Caer en la cuenta de las cosas que viven en nuestra penumbra: buenas y malas, cualidades que no uso, defectos que debo corregir... 

Tercero. Sentir que Jesús quiere venir a nuestro corazón, y revestirnos de los valores de Cristo, viviendo los valores del evangelio...

Cuarto. Salir de la nube de contaminación en que vivimos, de la deseperanza y el pesimismo... 

Nuestra esperanza tiene que “cocinar”, es decir no ser sólo “pasiva”: como el que espera la gracia y venida de Jesús, para comer y beber con él, sino también y sobre todo debe ser “activa”: cocinar, es decir colaborar con él preparándos con las actitudes de los cuatro puntos anteriores.

  San Agustín (354-430) en una homilía dijo:

 Que se alegren los cielos y se regocije la tierra ante el Señor que viene

    Que griten de júbilo los árboles del bosque. El Señor ha venido una primera ve para juzgar la tierra. Encontrará saltando de gozo a aquellos que han creído en su primera venida, porque viene. Aunque tú seas injusto, ¿el juez no será justo? Porque tú eres un mentiroso, ¿la verdad no será verídica? Si quieres hallar un juez misericordioso, sé tú misericordioso antes de que venga, Perdona si te han ofendido, da de los bienes que posees en abundancia.

  Y ¿de qué darás sino de lo que has recibido? Si dieras de tus bienes serías generoso. Pero como das de lo que has recibido del Señor, no haces otra cosa que restituir. ¿Qué tienes que no hayas recibido? Estos son los sacrificios agradables a Dios: misericordia, humildad, agradecimiento, paz, caridad. Si aportamos estos dones, esperaremos con tranquilidad la llegada del juez que viene a juzgar la tierra: gobernará el mundo con justicia, las naciones con fidelidad.

 Termino con el soneto del leonés Bernardo Velado Graña (1922-2012):


 

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