REFLEXIÓN DEL DOMINGO FIESTA DEL BAUTISMO DE NUESTRO SEÑOR


Con la fiesta de la Epifanía del Señor hemos concluido el tiempo de Navidad y damos comienzo al tiempo ordinario. A partir de este 9 de enero se comenzará a enumerar cada domingo, serán en total 8 domingo continuos teniendo una pausa en la enumeración para celebrar la Cuaresma y dar paso a la Pascua, que es el centro de todo el año litúrgico.

Volviendo a este domingo que sería el primero del tiempo ordinario nos encontramos con la fiesta del Bautismo de nuestro Señor. Con la memoria de este evento la iglesia ortodoxa celebra la manifestación de Jesús a todo el mundo, cosa que nosotros de la Iglesia de Roma lo celebramos en la Epifanía con el pasaje de los reyes magos. Pero diríamos que el evangelio de este domingo como el siguiente que meditaremos las bodas de Canaán nos ayuda a entrar en el sentido verdadero de la manifestación de Jesús a todo el mundo. Así como en la Epifanía se hizo hincapié en los dones de los reyes magos, en la iglesia de oriente se subraya la renovación bautismal. Era costumbre de bendecir las aguas haciendo solemnes procesiones a un rio. Esta idea Influyó en occidente donde los files recibían el agua bendita, llamando a esta tradición las “aguas benditas de los reyes magos". De aquí también nace la tradición de bendecir las casas a inicio de cada año, pues era como recordarnos la purificación o nuestro bautismo. Como ven la liturgia nos ayuda con gesto simple a entender grandes verdades que están ahí como un poco ocultas.

Pero volviendo al bautismo del Señor que será la celebración con el que empezamos el tiempo ordinario, resaltamos un segundo punto de vista del sentido profundo de la Manifestación Señor. Él ha pasado 30 años oculto, viviendo en completo anonimato. Según la tradición San José ya había muerto, recibiendo los consuelo de nuestro Señor y de María. Ahora Jesús es adulto, tiene la edad para ser rabino. Como hombre está sujeto a la precariedad propia de un ser humano, es decir a nuestra misma experiencia de sufrimiento o de tensión que sentimos al empezar una misión que supera nuestros limites como ser humano. El Señor nos enseña la actitud que debemos tener todos nosotros frente a nuestra propia misión: Reconocernos pequeños y humilde. Bien podría ser nuestra vocación de ser esposos, padres, consagrados, sacerdote o una profesión que son de vital importancia, digamos un médico antes de hacer una operación. Volvamos a Jesús ¿Qué hace nuestro Señor antes de nada? Se mezcla con todos a aquellos pecadores que reciben el bautismo. Siendo Él sin pecado alguno no se avergüenza de todos nosotros, el ha venido a salvarnos. No temamos reconocernos a nosotros mismo pecadores y débiles. Es el primer paso para volvernos a Dios.  Y en tercer lugar  la intimidad que vive con su Padre. Esta en oración. Pregunto ¿Cuántas veces nos olvidamos de orar al empezar un trabajo, no para alcanzar el éxito, sino para hacer la voluntad de Dios? Y por último esta repuesta desde el cielo: “Este es mi hijo amado escuchadle” que confirma que esta misión que comienza es en comunión de la Santa Trinidad. El Padre, Jesús y el Espíritu Santo.

 

P. Jorge Soza.


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